Lucia.
Lucila sólo necesita una gillete para rajarse la piel de sus brazos. Cortársela. Que sangre.
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Una niña de 12 años se lanzó del balcón de su casa porque temía la reprimenda de sus padres porque en el colegio la habían amonestado. Otra niña se suicidó porque era víctima de bullyng. Giuliana Caleca tiene 19 años, pero a los 12 en medio de la clase en el colegio agarró un compás y se lo clavó en el brazo.
Estas historias de seres reales nos cuentan vidas de niñas que tienen problemas y no saben cómo solventarlos. No tienen con quién hablar o a quien acudir buscando ayuda. En el caso de Giuliana su comportamiento obedecía a que le angustiaba “estar viva, no quería vivir la vida que tenía. Era gorda y me odiaba tanto que creía que debía morir”.
La historia de esta joven terminó en un libro editado por Planeta y que se tituló
F.I.L.O.S (Fea, inútil, loca, obesa, suicida) que sirvió para que otros se identificaran y vieran que sí es posible conseguir ayuda y alejarse de la auto mutilación.
Facundo
Las causas para llegar al cutting pasan por la tristeza profunda, la depresión, la agresividad, sentirse apartado socialmente.
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Facundo de 15 años, tuvo una novia que no le duró ni dos meses, pero la prueba de esa primera experiencia amorosa dejó “L” en uno de sus brazos como huella de la inicial del nombre de esa chica. El tatuaje lo hizo él mismo con un fósforo encendido. esta historia aparecida en perfil.com es una de las tantas que uno puede leer casi a diario en los medios de comunicación.
Me enteré de esta modalidad de daño personal leyendo en
facebook, ven que esta red social también sirve para algo más que subir fotos de gatos y videos graciosos, por lo que comencé a investigar más y resulta que el objetivo de estas prácticas “es provocar sufrimiento físico para sentir un “alivio” del dolor psicológico o, simplemente, placer momentáneo”. Las personas que son más propensas a realizarlas son aquellas que padecen depresión, ansiedad, estrés, soledad y aislamiento.
Aunque el cutting no restringe edades, géneros o condición social, como lo certifican los casos anteriores, “se ha identificado en los jóvenes con edades entre 12 y 25 años”.
Susana
Comenzé con ésta enfermedad desde que tenía 13 años, lo peor de todo fue que me dí cuenta que la padecía un poco tarde. Bueno aunque dicen por ahí que mejor tarde que nunca, ¿no?
En mi casa, me sentía invisible, mis padres siempre tenían problemas, discusiones, en la escuela siempre fuí la rara antisocial, nadie quería ser mi amigo. Siempre viví en un círculo, del cuál no salía y no podía hacerlo aunque quisiera.
Todo comenzó cuando estaba en segundo de secundaria, y Samuel, un "amigo" o más bien compañero de mi salón me contó sobre la tendencia emo, pues en ese entonces esto era la "onda", me dijo de que se trataba y como podía ser emo, tontamente creí que eso era justo para mí, aunque eso, más tarde me llevaría a mi perdición.
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Un día llegué a la escuela con mi nueva "moda", la directora desaprobó ésto, aquella directora tenía el extraño pensamiento de tratar de ser "la mamá" de todos y llevarlos por "el buen camino". Lo que obviamente a los jóvenes, no nos gusta ni que lo haga nuestros propios padres mucho menos una maestra. Para mí todo era absurdo, solo quería que me dejaran en paz, y poco a poco, sin darme cuenta, empezé a cambiar, por mala suerte este cambio no era para bien, pues sentía mucho rencor hacia todos; Usiel se había burlado del amor que yo le tenía a él, Juan siempre me molestaba por ser la "intelectual", la misma directora siempre me recordaba lo rídiculo que me veía (según ella), sentía que el mundo se derrumbaba, pues los adolescentes siempre tenemos esos problemas que a veces no sabemos como afrontar; los problemas con los padres, con los compañeros, etc. Lo peor es que a veces la gente no se da cuenta de que hieren los sentimientos de otros con sus palabras, sus burlas, en fin, todo eso que hacen para molestar al "antisocial". Como yo ya era emo, entre a esa moda de cortarse los brazos, solo que en ese entonces lo hacia por hacerlo, poco después, cuando tenía problemas con mis padres o mis compañeros lo utilizaba como un medio de escape, ya que nunca se me dió el decir lo que sentía. Era como un medio de relajación ante todo lo que me molestaba, lo que me hacía sentir triste, enojada, frustrada, etc.
Después logré que me cambiaran de escuela, ya que ese no era mi lugar, al año siguiente, ya en tercero de secundaria, yo estaba feliz con mis nuevos amigos, ¡si! ahora si podía decir amigos, pues ellos me aceptaban tal como era, aunque nunca supieron lo que hacía; cortarme ante situaciones desagradables. Excepto Faby, pues hacia lo mismo que yo, aunque de ella se dieron cuenta, pues el asesor se dió cuenta. A raíz de ésto, nuestros demás amigos le dejaron de hablar, yo siempre pensé que eso fue incorrecto, pues en vez de ayudarla la hundieron más, con ésto yo sabía que si se descubría mi secreto, sería lo peor que podría pasarme.
Al terminar el año, nunca descubrieron eso, tiempo después pasamos a la preparatoria, la mayoría nos fuimos a escuelas diferentes, en mi prepa, al empezar el año, nuevamente era la "rara", "la matadita", seguía con problemas en mi casa, sobretodo con mi papá, él y yo siempre peleabamos por todo, hasta por cosas tan estúpidas. Todo ésto me seguía haciendo sentirme pésimo, y por obvias razones, me seguía cortando. Incluso dejé de creer en Dios, pensaba que él me había abandonado, e incluso que nisiquiera existía.
Una tarde, decidí quitarme la vida, ahora se que fue una decisión tonta, pero en ese momento, lo único que quería era terminar con mi dolor, con mi sufrimiento, no se cómo ni porqué, mi plan falló, así que al día siguiente decidí hablar con el que me sacaría de aquél profundo y obscuro agujero; El Apicultor.
Él me dijo que hacer, me apoyó, me escuchó, me aconsejó, y tengo que confesar que el Apicultor era mi psicólogo, tuve alrededor de 12 sesiones con él, mis padres fueron, creo que le dió un giro rotundo a mi vida, y se lo agradezco...
Aunque no lo crean, ésta historia es real, fue una triste experiencia que me pasó, ahora tengo 16 años, ya no me corto, gracias a que descubrí que la mejor manera de sacar tu dolor, no es por medio de cortes ni nada parecido, sino es diciendo la verdad, diciendo lo que sientes.
Me costó un poco de trabajo, pero ahora estoy orgullosa de mi misma, sé también que ésta es una enfermedad, que a veces no está en nuestras manos controlarlo, y lo sé por experiencia propia, pero sé que también está en nosotros querer curarnos, hablando con alguien, y si no se puede, escribir una carta. De lo único que tengo que preocuparme ahora son de las marcas que quedaron en mis brazos, pero siempre me recordarán que en la vida pasamos por experiencias desagradables, de las cuáles podemos recuperarnos, y que solo sean un mal sabor de boca pasajero, una triste experiencia, ¡Si! Al fin de todo es una experiencia, la cuál nos mejorará y nos hará una persona de bien, superada, y ésto lo podremos compartir a aquéllos que pasen por la misma situación, ayudarlos, y decirles que pueden salir adelante siempre y cuando ellos quieran, pues Por cada minuto de enfado perdemos sesenta segundos de felicidad... Ahora imagines cada minuto de pensar en suicidarnos no solo perderemos la felicidad, perderemos todo. Lo único que puedo decir de ésta experiencia es que el amor y las ganas lo logran todo! Todo...